martes, 6 de diciembre de 2005

Herencia Jesuítica y Colonización Italiana del Norte de la Provincia de Córdoba

Primera Excursión de Camaradería 2005 – Centro Lombardo de Córdoba

El domingo 24 de abril el Centro Lombardo de Córdoba organizó la primera excursión de camaradería 2005 denominada “Herencia Jesuítica y Colonización Italiana del Norte de la Provincia de Córdoba”.
Éramos un grupo de 30 personas, Lombardos y amigos. Partimos de mañana en dos minibuses hacia el norte de la provincia para visitar la Ciudad de Colonia Caroya, el asentamiento de inmigrantes Friulanos más importante de nuestra provincia y las tres estancias Jesuíticas de la zona declaradas en el año 2000 Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidad para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Colonia Caroya
Después de una hora de viaje y tras recorrer 44 km por la ruta nacional nº 9 llegamos al área antiguamente denominada por los aborígenes Caroyaya o Caroyapa (“Cara de Cuero” o “Pelota de Cuero”) y que posteriormente pasó a ser “La Estancia de Caroya”.
La actual ciudad de Colonia Caroya fue fundada por tres contingentes de inmigrantes, la mayoría proveniente de la región italiana del Friuli - Venezia Giulia (Udine, Gorizia y Pordenone) y otros pocos de otras regiones del noreste de Italia (del Veneto: Vicenza, Treviso y Belluno). Ellos llegaron para colonizar estas tierras a fines del siglo XIX por disposición del entonces presidente de la Argentina Nicolás Avellaneda.
Hoy esta pujante y próspera ciudad de la Provincia de Córdoba cuenta aproximadamente con 20.000 habitantes y es la manifestación del espíritu de progreso italiano de cinco generaciones. La comunidad fundada en el trabajo se enorgullece de su identidad Friulana y constituye una de las expresiones más vivas de la inmigración italiana en Argentina.
Caroya es famosa sobre todo por el cultivo de la vid y por la producción vitivinícola regional, actividad iniciada por los Jesuitas y continuada a través de los siglos por los Friulanos. Todos los años esta ciudad, capital del “Friuli en el mundo”, es sede de importantes fiestas que recrean las tradiciones de los inmigrantes italianos y atraen miles de visitantes argentinos y extranjeros: en febrero la Fiesta Nacional de la Frutihorticultura, en marzo la Fiesta Provincial de la Vendimia y la Fiesta Nacional de la Sagra, en julio la Fiesta de las Comidas Típicas Caroyenses y en octubre el Festival Provincial del Salame Casero.
La postal típica de la ciudad es la de la avenida General San Martín, la “calle ancha”, que es la arteria principal. Esta bellísima recta, eje de la vida ciudadana, está bordeada por 2.437 ejemplares de plátanos casi centenarios que forman con sus copas un amplio túnel verde a lo largo de 13 km constituyendo la avenida arbolada más larga de América. En uno de sus extremos se encuentra el “Monumento al Inmigrante” inaugurado en 1978, centenario de la fundación. Este grupo escultórico representa una pareja de colonos italianos recién llegados con su característico baúl y con su mirada puesta en el horizonte sin límite de la tierra prometida que toman en posesión.
Es de resaltar también la bella Iglesia Parroquial, manifestación de la profunda fe de la comunidad inmigrante, cuya inauguración se remonta a 1896 y que está situada en el centro geográfico de la colonia. La iglesia fue erigida en honor de la Vírgen María Madre de Monserrat, Patrona de Colonia Caroya, en agradecimiento por el milagro de curación que los colonos recibieron en 1887 después de que convocados por el presbítero Giuseppe Bonoris todos reunidos realizaran una solemne promesa por la terrible epidemia de cólera che sufría la población. Además del altar dedicado al Vice Patrono San Antonio de Padua adornan el interior bellísimos frescos que representan los principales acontecimientos que jalonaron la historia de la localidad y la vida de los inmigrantes. En la decoración del templo ha participado activamente el matrimonio lombardo Parietti hoy perteneciente a nuestro Centro.

La Estancia Jesuítica de Caroya
Después de la llegada a Colonia Caroya realizamos la primer parada en la Estancia Casa de Caroya. Esta estancia fue el primer establecimiento rural organizado en estos lugares por la Compañía de Jesús en 1616 y adquirida en 1661 por el presbítero Ignacio Duarte Quirós, fundador del Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat de la Ciudad de Córdoba. Duarte Quirós la donó en 1687 a sus primeros propietarios, los Jesuitas, para sostén económico de aquel colegio y como residencia veraniega de sus alumnos. Después de la expulsión de los Jesuitas en 1767 la estancia pasó a manos de la Junta de Temporalidades que la delegó a la orden de los Franciscanos. Fue fábrica de armas blancas del Ejército de la Independencia entre 1814 y 1816. En 1854 pasó a ser propiedad del gobierno nacional. Fue hospedaje de los primeros colonos italianos que llegaron en 1878 a la estación de Caroya para fundar la colonia después de un largo y fatigoso viaje en tren provenientes del puerto de Buenos Aires luego de haber atravesado el océano desde Italia hacia América. En noviembre de 2000 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) le dio el título de Patrimonio de la Humanidad.
En el interior de esta antigua casa, apenas llegados y antes de iniciar la visita guiada de las habitaciones, se sirvió un café con colaciones para combatir la fría jornada de otoño.
La casona, verdadera joya de la arquitectura colonial cordobesa, fue construida según el estilo característico de la arquitectura jesuítica empleando materiales locales: madera de algarrobo (árbol típico de la Argentina) para puertas, ventanas y vigas; adobe (mezcla de tierra y paja), ladrillos y piedra para los muros; baldosas y tejas españolas hechas a mano, verjas de hierro forjado. En sus salas se observan en bella muestra: muebles de época, artesanías americanas, antiguos utensilios para las tareas domésticas y para la aradura y el trabajo de la tierra y réplicas de las armas que aquí se producían. En la capilla construida totalmente en piedra, se pueden admirar preciosas imágenes talladas de arte sacro. Funcionan también en el lugar un centro de interpretación y un museo multi-temático dependientes de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia de Córdoba.

La Estancia Jesuítica de Jesús María
Luego nos trasladamos a la Estancia de Jesús María, situada a pocos kilómetros y muy próxima al escenario donde todos los años se celebra el famoso Festival Nacional de la Doma y el Folclore.
Visitamos esta estancia sede del Museo Jesuítico Nacional desde 1946 donde se alojan importantes colecciones de arte, de la historia local y de las primeras culturas de los aborígenes que poblaban la región. A través del fascinante recorrido de los viejos claustros totalmente restaurados e inmersos en una atmósfera de antiguas tradiciones descubrimos la forma de vida y las costumbres de la comunidad religiosa que la habitó. Su importantísimo patrimonio histórico, la belleza y la armonía de sus líneas arquitectónicas, de sus elementos decorativos y de mobiliario hicieron merecer a esta estancia por su singular valor testimonial el título de Patrimonio de la Humanidad. En sus instalaciones se conservan piezas de gran valor arqueológico e histórico: vestimentas e imágenes sacras, importantes colecciones de numismática, medallas, porcelanas, cerámicas y grabados.
Esta estancia fue el segundo núcleo productivo del sistema organizado por la Compañía de Jesús partir de 1618 en las tierras llamadas de Guanusacate (agua muerta o bañado). Se caracterizó por su producción vitivinícola, que se ha prolongado en el tiempo hasta nuestros días en toda la zona. En el siglo XVIII se convirtió en un importante establecimiento donde se elaboraron los primeros vinos de la provincia, entre ellos el famoso "Lagrimilla" que se exportó a la corte española. En el mismo complejo se pueden admirar la Capilla de San Isidro Labrador, de nave única abovedada con importante cúpula central y elegante espadaña (tipo especial de campanario) en piedra junto a la sacristía, la bodega, los restos de los molinos, el perchel (depósito con perchas para cueros y lanas y para el almacenaje de granos) y el tajamar (pequeño lago artificial usado como reserva de agua) y los canales para riego.

El circuito enogastronómico
Posteriormente comenzó la segunda etapa de la excursión que nos permitió conocer los productos típicos de la enogastronomía de Colonia Caroya. Todos estos productos son fabricados por las familias de los colonos y sus descendientes según las antiguas recetas que trajeron del Friuli y hacen de esta localidad sinónimo de la buena mesa italiana de Córdoba. Hicimos dos paradas: la primera en la bodega “La Caroyense”, la más importante de la ciudad fundada por los primeros friulanos establecidos en el área, la segunda en la fábrica de embutidos “La Casona” administrada por su dueña, la Sra. Norma Londero, nieta de Friulanos y Lombardos. En cada establecimiento a través de recorridos didácticos aprendimos sobre los procedimientos y las técnicas propias para la elaboración tanto de los diversos tipos de vinos como así también de las variedades de encurtidos, fiambres y de dulces y conservas de los productos agrícolas de la región.
En las primeras horas de la tarde llegamos al nuevo restaurante de comidas típicas “Macadam” perteneciente a la tradicional familia de los Prosdòcimo, emigrados desde el Véneto. En el salón muy acogedor y bien aclimatado por el fuego encendido en el magnífico hogar disfrutamos de un abundante almuerzo italiano: salames, aceitunas y quesos de la colonia, ravioles con salsa de hongos, agnolottis de calabaza, tagliatelle con salsa roja, duraznos en almíbar, todo sabrosísimo y casero.

El museo Casa Copetti

Terminado el almuerzo nos trasladamos hacia la Casa Copetti, espléndida villa construida en 1894 por Giovanni Bautista Copetti, su primer propietario, proveniente de Gemona del Friuli. La casa fue construida según el estilo típico de la arquitectura rural del norte de Italia y hoy es sede del Museo Permanente de la Friulanidad de Córdoba propiedad del Centro Friulano de Colonia Caroya. En esta villa construida en un terreno de dos hectáreas, han sido efectuadas obras de restauración y revalorización en 1998 gracias a la contribución económica de la Provincia de Udine y la colaboración del Ente “Friuli en el Mundo” junto al Municipio local. Estos trabajos han permitido rescatar el patrimonio cultural de la región y la identidad cultural del pueblo. Sus nueve habitaciones reflejan las tradiciones, los hábitos y los hechos históricos de las familias de los fundadores. Se muestran: antiguos muebles y fotografías, trajes de época, utensilios de cocina, herramientas para la aradura y la siembra de la tierra, ecc.

La Estancia Jesuítica Santa Catalina

Para terminar nuestra jornada de esparcimiento y conocimiento partimos hacia la Estancia privada de Santa Catalina, distante 21 km. Esta estancia, cuya creación se remonta al 1622 es la más grande que los Jesuitas fundaron dentro del territorio de la actual Provincia de Córdoba en las tierras antiguamente llamadas de “Calabalumba la Vieja” y hoy es propiedad privada de la numerosa Familia Díaz, descendientes de Don Francisco Antonio Díaz, que la adquirió en 1774 cuando se desempeñaba como Alcalde Ordinario de primer voto de la ciudad de Córdoba.
A medida que nos aproximamos comenzamos a descubrir los dos campanarios de la iglesia que se destacan solitarios en medio de la pintoresca campaña.
Primero realizamos la visita guiada del templo que se remonta al 1754. Esta obra monumental de majestuosa fachada constituye uno de los ejemplos más bellos y admirados del estilo barroco colonial de influencia centroeuropea en Argentina. Nos maravillamos con los preciosos testimonios de arte sacro que se conservan en el interior de la iglesia: cuadros de la Pasión, magníficas tallas de imágenes religiosas realizadas por los aborígenes, un antiguo órgano y demás mobiliario y objetos decorativos únicos en su género. Resaltan la gran cúpula y el altar de madera tallada y dorada, coronado por la bellísima imagen de la patrona: Santa Catalina de Alejandría. Se puede admirar también la singular imagen del Señor de la Humildad y de la Paciencia y un impactante Cristo crucificado. Junto a la iglesia se encuentra un grandioso portal barroco desde el que se accede al antiguo cementerio.
El núcleo de la estancia formado por la iglesia y un conjunto de claustros y tres grandes patios interiores rodeados de habitaciones, talleres y depósitos está encerrado por un muro perimetral que delimita ocho hectáreas de terreno con jardines y huertos. En las vecindades se observan los restos de los molinos, la “ranchería” (las antiguas viviendas para los esclavos) y el bellísimo “tajamar”, laguna que embalsa el agua traída por acueductos subterráneos a lo largo de un trayecto de casi cinco kilómetros para los consumos de la población residente, la cría del ganado y el riego de los cultivos.

Renovados en el espíritu y en el cuerpo después de haber admirado tantas maravillas de la historia y haber degustado los mejores productos italianos regresamos a la ciudad de Córdoba con una sensación de profunda satisfacción por todo aquello que aprendimos y por los inolvidables momentos que vivimos juntos.

Juan José Cucchi
Pro Secretario
Centro Lombardo de Córdoba


El 29 de noviembre del año 2000, el legado jesuítico de nuestra provincia fue declarado "Patrimonio de la Humanidad" por la Asamblea Anual de la UNESCO. Dicha Asamblea se realizó en la ciudad de Cairns, Australia, y estuvieron presentes el Presidente de la Agencia Córdoba Cultura, Lic. Pablo Canedo; la Directora de Patrimonio Cultural, Dra. Josefina Piana y el Arq. Edgardo Venturini, de la Agencia Córdoba Turismo.